EL OTRO NEGRO ... PABLO PEREYRA (Hist. XXIX)
Todos conocemos ya la brillante trayectoria del Negro Fontanarrosa, pero años ha, mucho antes que nuestro querido Negro comenzara su camino hacia la gloria, ya estaba en los peldaños del éxito otro viejo amigo, compañero, colega, gran ilustrador y excelente maestro: Pablo “El Negro” Pereyra ... también llamado Pablo Alejandro “El Indio” Pereyra en el ambiente de los rugbiers que fuera su pasión paralelamente a las artes plásticas.
Pablo Pereyra, el gran ilustrador de libros, nació en enero de 1911 en Cañada de Gómez, provincia de Santa Fe, y desde temprana edad se dedicó al dibujo y al deporte. Su ascenso al éxito estuvo colmada de altibajos desde el comienzo. Trabajó de peón, carpintero, pintor de paredes y finalmente, a la temprana edad de 17 años, ingresó a una agencia publicitaria como ayudante del gran ilustrador Montero Lacasa. Desde allí todo fue cuesta arriba. En 1932 egresó de la Academia de Bellas Artes de Buenos Aires con el título de Profesor. Por muchos años dedicado a la publicidad, ejerció toda clase de especialidades, como dibujante plasmó las más clásicas escenas del deporte de su elección, y como participante alcanzó un alto nivel deportivo personal en la década de los ‘30. Fue además el decano de los dibujantes de Rugby.
En 1939 comienza a trabajar como ilustrador de libros y crea las colecciones de ACME Agency. Publicista e ilustrador, fue profesor de dibujo de las Escuelas Raggio y Panamericana de Arte, uno de los 12 FAMOSOS ARTISTAS, pero donde se destacó como artista por excelencia fue ilustrando la colección Robin Hood con las famosas tapas amarillas. En colaboración con Joaquín Albistur ilustró el libro del Cincuentenario de la Federalización de Buenos Aires de Ernesto Muello. Fue director de arte de las revistas Hora Cero y Frontera (Editorial Frontera fue fundada por Héctor Oesterheld para publicar las aventuras del Sargento Kirk y de Bull Rockett). En 1940 funda la Agencia de Publicidad Naype la cual tuvo gran repercusión. Desde 1950 volvió a desarrollar su pasión llevando al lienzo temas de rugby de una concepción totalmente moderna, obteniendo el primer premio en el XII Salón de Dibujantes por su obra “Apoyo”, y en 1967 el premio La Nación al mejor dibujo por “Palomita”.
En mi campaña por difundir la educación sobre el aprendizaje, de como desarrollar las técnicas del dibujo para jóvenes valores a través de la revista DIBUJANTES y la Asociación de Dibujantes, organicé (acompañado de diferentes grupos de colegas) viajes al interior del país con la intención de acercarnos a los amantes de las historietas quienes no tenían las posibilidades de viajar hacia la capital. Mi idea era acercarnos a ellos a través de exhibiciones y charlas y con la colaboración desinteresada de estos famosos artistas, conocidos del público a través de sus populares personajes, facilitando enormemente a descubrir nuevos y jóvenes talentos durante estas breves y esporádicas visitas.
Debemos recordar que medio siglo atrás la mayor difusión y acercamiento a los confines de nuestro país, era a través de los medios impresos: diarios ... revistas. Un asiduo colaborador en estos programas de aprendizaje, fue Pablo Pereyra, quien no escatimaba sacrificios. Siendo un ilustrador muy ocupado, sin embargo estaba siempre presente a contribuir con su experiencia; a difundirla para beneficio de los jóvenes talentos que soñaban que algún día ellos también podrían alcanzar un espacio en el mercado de los comics.
Pablo Pereyra era un maestro natural. Su estilo, su carisma y su manera acercaba a aquellos que deseaban aprender encontrando en él las respuestas con cierta simpleza; además les infundía ánimo y seguridad a quienes se perfilaban como futuros profesionales ... el Negro Pereyra era un verdadero PROFESOR ...con mayúsculas.
Lamentablemente hoy en día no se habla de muchos de nuestros pioneros de las historietas, y Pereyra es uno de ellos, con ese caudal de conocimiento en la industria de la ilustración aplicada también a la publicidad, sus enseñanzas en diversas escuelas, y su influencia en aquellos que tuvieron la suerte de ser sus alumnos ... es triste pensar que los hemos olvidado. De él basta mencionar las famosas portadas de libros de la serie Robin Hood con su característica definición de fondos amarillo, y ya sabemos de quien se trata. Es por eso que HISTORIAS DEL PASADO no podía olvidarlo.
En los últimos meses, como director de DIBUJANTES antes de mi partida hacia Venezuela, Pereyra escribió un artículo (último de una serie) sobre el tratamiento para portadas de libros el cual publicamos en el número 21 de Mayo/Junio de 1956. Con sumo placer he reeditado el interesante artículo. Fue ésta una más de sus tantas colaboraciones que aparecieron en nuestra revista donde muestra sus conocimientos y vasta experiencia en la materia y su afán de enseñar.
Es muy difícil sintetizar toda una vida de éxitos en pocas palabras; pero el legado que nos dejó Pablo Pereyra se convierte en una enciclopedia de enseñanza. Personalmente, disfruté de su amistad y su cortesía, su profesionalismo y sus enseñanzas ... nunca podremos olvidarlo ... ese fue el otro también querido Negro.
Los saluda LAINO desde Funes, cerca del Monumento a la Bandera.
Diversas portadas e ilustraciones realizadas por Pereyra. La foto de los rugbiers fue una pintura, era su tema preferido dado que fue su otra pasion: el deporte.
Una cena típica de colegas, en la cabecera foto de arriba vemos de izq. a Pereyra ( casi lo corta el fotógrafo), Breccia, Laino, Jorge Palacio, Manteola.....abajo tomada desde la otra punta podemos ver un grupo grandes maestros del dibujo...Gubellini, Lotito, Dell Aqua, Panzeri, todos pasando un grato momento de camaradería.
De Pergamino a Rosario...como mencione en la nota, eran frecuentes nuestros viajes a distintas partes del interior. En estas fotos vemos nuevamente a Pereyra , Vieytes, Manteola, Lotito, Bayon, Enrique Lypsyc ( de la Escuela Panamericana de Arte). Desde allí el numeroso grupo nos dirigimos a Rosario y fuimos agasajados en el club Gimnasia y Esgrima. Aquí vemos a Pereyra en franca conversación conmigo, mientras Garaycochea, Bayon y otros disfrutan de la cena y las charlas junto a directivos e invitados.
4 Comments:
Desde 1984 a 1987 tuve la enorme fortuna y placer de estudiar con Pabo en IDA, 1er piso de la Galeria Guemes en la calle Florida. Tuve de compañero a Agustin Sciammarella y Alicia Duran.
Puedo asegurar que Pereyra me cambio la forma de ver y marco en forma clara y definitiva mi rumbo en el dibujo.
El 1er dia de clases me dijo: hace caricaturas !!!
Parece que me leyo mi pensamiento y mi deseo mas profundo.
Me senti mas que un alumno, casi un nieto suyo.
Le debo mucho.
Gracias por la nota. Se la merecia.
Marcelo Guerra
Quiero dejar mi agradecimiento por este recuerdo de quien fue uno de mis primeros maestros de dibujo. Tenía yo 17 años -allá por el '70- cuando entré al instituto de Directores de Arte de Pereyra y Borisoff. Venía de un grave accidente que me había privado del uso del brazo izquierdo y allí empecé a renacer.
Pereyra creaba un ambiente entusiasta y serio hacia el dibujo que insuflaba confianza en sus alumnos. Hacia el segundo año, como junto a algunos compañeros mostráramos mayor inclinación hacia la ilustración que a la publicidad, convocó al gran Premiani para la tarea. Lamentablemente, la salud del viejo maestro no le permitió encargarse del curso.
Después yo tomé otros rumbos a través del escultor Aurelio Macchi y la Escuela Nacional de Bellas Artes, pero nunca olvidé que las bases de mi oficio de dibujante y el optimismo para encarar la profesión los recibí en las clases de ese hombre cálido de pícara mirada en sus ojos aindiados. Valga mi modesto aporte al merecido homenaje.
Pablo Pereyra fue una de las personas mas calidas y amistosas que he conocido en mi vida.
Agradecido y emocionado, don Osvaldo, por su amplio y emotivo recuerdo del "Viejo" Pereyra, como tambiénn lo llamábamos los imberbes de los '70s que tuvimos la suerte de tenerlo como maestro y amigo!
Pereyra me enseñó no solo a dibujar, sino a vivir, con su ejemplo y su generosa amistad.
En el IDA, que él dirigía, encontré un verdadero hogar, e hice amigos para toda la vida, con los cuales todavía recordamos las anécdotas del "Viejo". Eso sí, nunca oí que lo llamaran "Negro". "Indio", sí.
Nuevamente, muchas gracias, amigo Laino!
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